El viraje en U, descubre lo ocurrido en este primer recorrido.
Lleno de luz y aire de pura aventura, era el perfecto día para hacer un recorrido. No contaba con mucho tiempo, así que me monté en el carro sin rumbo. Me detuve en la única luz que separa mi hogar del casco urbano. En ese instante pensé: "vivo en Humacao desde que me acuerdo, y ¿cuándo fue la última vez que fui a la plaza?" No recordé. La luz del semáforo cambió, viré a la izquierda y continué mi recorrido hacia la plaza pública.
Lleno de luz y aire de pura aventura, era el perfecto día para hacer un recorrido. No contaba con mucho tiempo, así que me monté en el carro sin rumbo. Me detuve en la única luz que separa mi hogar del casco urbano. En ese instante pensé: "vivo en Humacao desde que me acuerdo, y ¿cuándo fue la última vez que fui a la plaza?" No recordé. La luz del semáforo cambió, viré a la izquierda y continué mi recorrido hacia la plaza pública.
Le pasé por el lado a la panadería La Tahona. Mi mente me dibujó un delicioso shalam, pero mis ojos se enfocaron en otra imagen. Llegué a la entrada del pueblo y... ¡sorpresa¡, quedé en shock.
¡Qué hermoso mensaje de bienvenida al pueblo!, pensé. Inevitablemente me detuve y caminé hacia el lugar.
Foto por: Ingrid N. Vázquez |
Boquiabierta, tomé unas fotos. Con nostalgia recordé el antiguo negocio que allí hubo. Era la tienda y lugar de encuentro de los estudiantes de la escuela que le queda al frente. Ahora es el libro de pintar y tablón de edictos de sabe Dios quién.
Foto por: Ingrid N. Vázquez |
Foto por: Ingrid N. Vázquez |
Giré 180 grados. Allí estaba la escuela superior más antigua de Humacao, la Ana Roqué de Duprey, mejor conocida como "la Ana". Para mi sorpresa la acompañaba uno de esos letreros "escuela en remodelación". Como de costumbre costará millones modernizarla y, no se preocupe, estará lista para antes de que se acabe el siglo.
Foto por: Ingrid N. Vázquez |
¡Qué calor! Llegó el momento de proseguir con mi recorrido, me monté en el carro. Encendí el aire acondicionado, ¡me derretía! Dos segundos después, a mi derecha... ¡No puede ser y en liquidación! Justo al lado de la escuela, era otro edificio abandonado, así que entré. Era la versión agrandada del "fuck police station", llena de dibujos, peor aún, tenía mal olor y contaba con la comunidad más grande de lagartijos del área este. Por supuesto, salí de allí corriendo.
Foto por: Ingrid N. Vázquez |
Foto por: Ingrid N. Vázquez |
¿Acaso no existen libros de pintar o libretas para dibujar? ¿Ya no venden crayolas o magic markers en las tiendas? ¿Será que en este País nos prohiben expresarnos y tenemos que recurrir a esta práctica? Prefiero pensar que hay una fuerte pasión por el dibujo, los colores y "el arte". Me quedó bien claro, en Puerto Rico abundan los "artistas de los edificios abandonados" y los lagartijos.
El viraje en U fue automático. Mi recorrido había culminado. Todavía no recuerdo cuándo fue la última vez que fui a la plaza de mi pueblo. Espero algún día llegar a ella.